Sanskrit & Trika Shaivism (Español-Home)

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 Origen de las lenguas indoeuropeas: Parte I

Introducción, antecedentes e historia


 Reconocimiento

Mi nombre es Andrés Muni, otro de los cuatro hombres de este grupo de argentinos. Antes de empezar debo aclarar, como corresponde, lo siguiente: Esta página es una recopilación de los trabajos de distintos autores: Thomas V. Gramkrelidze, V.V. Ivanov, Franz Bopp, etc. Mi tarea ha sido la de recopilar la obra de estos grandes estudiosos.

Por supuesto, he agregado muchas cosas de mi propia cosecha. Habiendo estudiado las obras de esos renombrados autores por un largo período de tiempo, me di cuenta de cuán misterioso y esquivo podía llegar a ser el desarrollo y evolución del Sánscrito. No es algo que se vaya a comprender de la noche a la mañana, indudablemente. De hecho, uno podría estudiar por muchos años sólo para tener un breve vislumbre de eso. De esta manera, desarrolla paciencia a medida que avanzas en este estudio que estamos a punto de emprender juntos. Este primer documento será una especie de "introducción". A través de una serie de documentos siguiendo a esta, profundizaré más y más en el tema.

Bien, manos a la obra.

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 Introducción

La lingüística nació del estudio de la superfamilia de las lenguas indoeuropeas (cerca de la mitad de la población mundial tiene por lengua materna una lengua indoeuropea). En los últimos dos siglos, los lingüistas han reconstruido el vocabulario y la sintaxis del protolenguaje indoeuropeo.

Las primeras investigaciones ubicaban su origen en Europa, desplegando rutas migratorias por las cuales las lenguas hijas habían evolucionado hasta agruparse en dos ramas bien definidas: una oriental y otra occidental.

Mapa de rutas migratorias

He aquí las distintas migraciones. Hacia el Este hay tres ramas: una va hacia Asia Central, otra hacia India y la última hacia Irán. Hacia el Oeste hay dos ramas principales: una que va directamente desde Anatolia (actual Turquía) hacia Grecia, y la otra que da la vuelta al Mar Caspio. Esta última rama ha originado la mayoría de los idiomas occidentales.

Recientes trabajos indican que el proto-lenguaje se originó hace más de 6000 años en la parte oriental de Anatolia, y que algunas de las lenguas hijas fueron diferenciándose a través de las migraciones que las llevaron primeramente hacia el Este y luego hacia el Oeste. Los lingüistas buscan correspondencias gramaticales, sintánticas, léxicas y de pronunciación entre los idiomas conocidos, a fin de reconstruir sus predecesores inmediatos, y por último, la lengua originaria. Las lenguas vivas admiten la comparación directa entre sí; las muertas que han sobrevivido en forma escrita generalmente pueden ser vocalizadas por inferencia, a partir de datos lingüísticos internos. Pero las lenguas muertas que nunca fueron escritas sólo pueden reconstruirse por comparaciones entre sus descendientes y proyectándose hacia el pasado con la atención puesta en las leyes que rigen los cambios fonológicos (esto es de suma importancia ya que los sonidos son más estables en el tiempo que los significados).

Los primeros estudios trataron sobre las lenguas que les eran más familiares a los lingüistas europeos: las pertenecientes a las familias Itálica, Céltica, Germánica, Báltica y Eslava (desde el siglo XVI los viajeros europeos habían detectado la afinidad entre estas lenguas y las "arias" de la lejana India.

William Jones propuso en 1786 que todas ellas podrían llegar a compartir un antepasado común. A esto se le llamó "Hipótesis Indoeuropea". Para reconstruir el lenguaje indoeuropeo, los primeros lingüistas se basaron en la ley enunciada en 1822 por Jacob Grim llamada la Lautverschiebung (o del cambio de sonido). Esta ley postulaba que los grupos consonánticos van substituyéndose unos a otros a lo largo del tiempo en forma regular y predecible.

Las reglas de esta ley se utilizaron para reconstruir un vocabulario indoeuropeo que reflejara como vivían quienes lo hablaban. Las palabras de ese vocabulario describían paisajes y climas que los lingüistas situaron en Europa, en la región comprendida entre los Alpes y los mares Báltico y del Norte. En la actualidad, los datos más recientes ubican el probable origen de la lengua indoeuropea en la parte occidental de Asia. Las investigaciones arqueológicas y lingüísticas realizadas hasta ahora incluyen cerca de una docena de lenguas antiguas que van desde la actual Turquía hasta países alejados como Tokaria (en el Turquestán).

El paisaje descripto por el protolenguaje en su concepción actual debió de hallarse en algún lugar de la zona delimitada por el arco que se extiende desde la ribera meridional del mar Negro, que luego baja a la península de los Balcanes y cruza hacia el Este la antigua Anatolia (actual Turquía) hasta llegar por el norte a la región del Cáucaso. Allí, la revolución agrícola proporcionó el excedente de alimentos que impulsó a los indoeuropeos a fundar pueblos y ciudades-estado, desde las cuales iniciaron sus migraciones por el continente euroasiático hace unos 6000 años. Algunas de aquellas corrientes migratorias invadieron Anatolia desde el Este (año 2000 a. de J. C.) y fundaron el reino hitita, que hacia el 1400 a. de J. C. había dominado toda la región.

Su idioma oficial fue una de las primeras lenguas indoeuropeas escritas. A comienzos del siglo XX, Bedrich Hrozný, lingüista de la Universidad de Viena y luego de la Universad Carolina de Praga, descifró las inscripciones cuneiformes hititas de unas tablillas halladas en la bibilioteca de la ciudad capital (Hattusas), 200 km al Este de la actual Ankara. Allí se encontraron también tablillas con escrituras cuneiformes en 2 lenguas afines, la luwiana y la palaica. Se investigó la evolución de la lengua luwiana en inscripciones jeroglíficas posteriores (1200 a. de J. C.), cuando el imperio hitita ya había desaparecido. A esta familia de lenguas anatolias que iba emergiendo, se le agregó el idioma lidio (próximo al hitita) y el licio (afín al luwiano), ambos conocidos a partir de inscripciones que se remontan hacia fines del año 1000 a. de J. C.

La aparición del hitita y de otras lenguas anatolias (en el transcurso del 3000 a. de J. C. al 2000 a. de J. C.) pone un límite absoluto a la fragmentación del lenguaje indoeuropeo. Debido a que el proto-lenguaje anatolio ya estaba entonces dividido en lenguas hijas, se calcula que se había desprendido del indoeuropeo paterno alrededor del 4000 a. de J. C. Esta interferencia se comprueba por lo que se sabe de la porción de la comunidad indoeuropea que quedó después de la ruptura con la familia anatolia. De aquella comunidad provinieron las lenguas que persistirían en la época historica de los testimonios escritos. La primera rama que se separó fue la de la comunidad lingüística greco-armenio-indo-irania. Ésta debió empezar a separarse en el 4000 a. de J. C., ya que a mediados del tercer milenio a. de J. C. estaba ya dividiéndose en 2 grupos: el indo-iranio y el greco-armenio. Algunas tablillas del archivo de Hattusas dan testimonio que a mediados del segundo milenio a. de J. C., el grupo indo-iranio había originado un idioma que se hablaba en el reino Mitanni (ubicado en la frontera sudeste de Anatolia), que era ya distinto del antiguo indo (sánscrito) y del antiguo iranio. Textos creto-micénicos contemporáneos del reino Mitanni, descifrados a comienzos de la década de 1950 por los especialistas Británicos Michael G. F. Ventris y John Chadwick, resultaron estar escritos en un dialecto griego hasta entonces desconocido. Todos estos lenguajes procedían, cada uno por distinta vía, del armenio. La tocaria fue otra familia de lenguas que se distinguió muy pronto del lenguaje indoeuropeo.

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 Antecedentes

El tocario es uno de los idiomas indoeuropeos recientemente descubierto (a principios del siglo XX) en textos procedentes del Turquestán chino. Tales textos fueron fáciles de descifrar, ya que estaban escritos en una variante de la escritura Brāhmī (uno de los tres alfabetos del Sánscrito, el que usamos ahora es el alfabeto Devanāgarī), y además, porque todos ellos eran traducciones de conocidas escrituras Buddhistas.

Hace poco tiempo, el estudioso británico W. N. Henning sugirió que los tocarios no eran sino los gutianos, los cuales son mencionados (en Akkadio, idioma Semita) en algunas incripciones cuneiformes de Babilonia. Se calcula que estas inscripciones son de fines del tercer milenio a. de J. C., cuando el rey Sargón estaba levantando el primer gran imperio mesopotámico. Si las opiniones de Henning son acertadas, los tocarios serían los primeros indoeuropeos que aparecen en los documentos históricos del Cercano Oriente. Afinidades léxicas entre la lengua tocaria y la ítalo-celta prueban que los habitantes de las 2 familias lingüísticas compartían la patria del indoeuropeo antes de que los tocarios emprendiesen su emigración hacia el Este.

Hoy día se pueden trazar las diversas sendas que siguieron las migraciones humanas y la transformación lingüística hasta dar con el protolenguaje indoeuropeo en su propia patria, todo ello siendo el fruto de la revisión de los cánones fonológicos.

Al revisar el sistema consonántico del protolenguaje europeo, también se han puesto en tela de juicio las vías de transformación que desembocan en las lenguas indoeuropeas históricas. Según recientes investigaciones, la reconstrucción de las consonantes del protolenguaje evidencia su mayor afinidad con las lenguas Germánica, Armenia e hitita que con las del Sánscrito. Esto invierte la concepción clásica según la cual, el sistema sonoro de los primeros (germánico, armenio e hitita) habría sufrido una alteración continua, mientras que el sistema sonoro original se había conservado fielmente en el Sánscrito.

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 Historia

Es posible aprender más cosas sobre los primitivos indoeuropeos a partir de otros aspectos de su reconstruido vocabulario. Algunos de sus vocablos, por ejemplo, describen una técnica agrícola cuya existencia se remonta al 5000 a. de J. C.

Los vocablos indoeuropeos con que se designan la "cebada", el "trigo", el "lino", las "manzanas", las "cerezas" y sus árboles, las "moras" y sus arbustos, las "uvas" y sus cepas, así como también los instrumentos o aperos con que se cultivan y cosechan tales frutos, describen un modo de vida desconocido en Europa septentrional hace alrededor de unos 4.000 o 5.000 años según los datos arqueológicos.

El paisaje que describe el reconstruido protolenguaje indoeuropeo es montañoso, y así lo evidencian numerosos términos utilizados para designar altas cumbres, lagos situados entre montes y ríos torrentosos que descienden de manantiales de montaña. Este cuadro no podría darse ni en las llanuras centroeuropeas ni en las estepas que se extienden al norte del mar Negro, unas zonas que también han sido propuestas como país natal del indoeuropeo. Esa descripción se adapta muy bien, en cambio, al paisaje de Anatolia oriental y al de la Transcaucasia, en cuyos horizontes se halla la cordillera del Cáucaso.

Otra clave importante para la identificación del país en que se originó el indoeuropeo la proporciona la terminología dedicada al transporte sobre ruedas: hay palabras para rueda, eje, yugo, arreos, caballo y potro. Las piezas del carro y los utensilios de bronce con que se cortaban y desbastaban los troncos para fabricar los vehículos, se designan con palabras que suponen la fundición de metales. Los grabados en piedra hallados en la zona comprendida desde la Transcaucasia hasta la Mesopotamia Superior, y entre los lagos Van y Urmia, contienen las primeras representaciones de carros tirados por caballos.

La postulada patria originaria del indoeuropeo es, por cierto, una de las regiones en que se domesticó al caballo y se lo utilizó como animal de tiro en el cuarto milenio a. de J. C. Desde allí los vehículos con ruedas se difundirían --a través de las migraciones de los indoeuropeos en el tercero y segundo milenio a. de J. C.-- por el este hasta el Asia Central, por el oeste hacia los Balcanes, y circundando el mar Negro llegarían luego al centro de Europa. El carruaje es un elemento significativo de la mezcla de las culturas, pues tanto en los pueblos indoeuropeos como en los mesopotámicos aparece el carro formando parte de los ritos fúnebres y otras ceremonias religiosas.

Los contactos con culturas del occidente asiático se manifiestan también en la coincidencia de temas mitológicos, por ejemplo, el robo de las manzanas de las Hespérides por parte de Hércules, y otras leyendas similares que se repiten en los pueblos nórdicos y celtas. Por otro lado, las lenguas semíticas y las indoeuropeas coinciden en identificar al hombre con la tierra. El enraizamiento de las lenguas indoeuropeas en la zona central de Anatolia lo sugiere también la abundancia de palabras tomadas de varios lenguajes que allí florecieron: semítico, kartveliano, sumerio y egipcio.

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 Nota final

Bien, espero que hayas aprendido y disfrutado con este primer estudio de las lenguas europeas. También espero que mi esfuerzo haya enriquecido tu vida.

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 Información adicional

Andrés Muni

Este documento ha sido concebido por Andrés Muni, uno de los dos fundadores de este sitio, y versado en lingüística.

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